Relaciones entre padres e hijos

Trozos de mí mismo

¿Eres una prolongación de mí mismo?

En las relaciones entre padres- hijos e hijos -padres en su mayoría se establece conflictos de entendimiento, porque a lo que unos establecen como "suyo" los otros se revelan por conseguir su propia identidad.

La mayoría de padres confunden a sus hijos con una prolongación de sí mismo, y esto causa apego y ese apego, es el medio ideal para la aparición del ego en casi todas sus formas.

Esas emociones nos llevan a pensar y a creer que esa forma de actuar viene del amor inmenso que sentimos hacia ellos, pero como todo amor mal procesado llega en forma de "mutilación" a quien va dirigido. 

Ese sentimiento tan fuerte que creemos es el motivo por el cual nos regimos, nos ciega a la comprensión de que el hijo aunque sea una creación tuya física, es un ser individual , con sus propias metas, ese ser que a través de ti viene a evolucionar tiene sus propios "trabajos" a realizar a los cuales tu tratas de manipular a tu antojo desde tu propio punto de vista, sin parar a pensar que no eres su "dueño".

Desde niños les enseñamos las buenas formas, como ser correcto desde un punto de vista ético y social, y si el niño no lo hace correctamente como es de esperar nos sentimos mal e incluso nos avergonzamos de su comportamiento, por creer que nuestro hijo no está "educado" moralmente como debería ser.

Pero realmente no nos paramos a pensar quien ha establecido esas formas de conducta, solo nos regimos por lo que es correctamente aceptado por la sociedad en que vivimos, o por lo que dirá el vecino, nos dejamos guiar por formas prefabricadas de las cuales ni siquiera sabemos el porqué son así.

Por otro lado está esa necesidad de auto complacerles, unas veces no sabemos decir no en el momento en que realmente deberíamos decirlo, permitiendo que hagan y digan lo que quieran, como por ejemplo cuando lo hacen en forma de manipulación, en favor de sus propios intereses, porque creemos que es una forma de quererles y no causarles sufrimiento y otras veces con cosas materiales (la mayoría de ellas necesidades nuestras) como forma de demostrarles nuestro afecto, esa manifestación solo nos indica nuestras propias carencias, así que, una vez más los sentimos una parte de nosotros mismos y como tal actuamos bajo ese sentimiento.

Y otras veces les imponemos situaciones, como por ejemplo decidir lo que es mejor para ellos, que a lo mejor ni siquiera es lo que él o ella quiere o necesita y si nos lo hace saber, muchas veces lo recibimos con algo ofensivo y en contra de nosotros, porque no hace nuestra voluntad, que quizás en algunos casos sea así, quizás actúen bajo el ego con el fin de hacernos saber que no les agrada nuestra manifestación de autoridad y esta manera de hacer se repite como un circulo vicioso.

Muchas veces son verdaderos desconocidos para los padres, porque aprenden a esconder su verdadera personalidad con el fin de evitar los reproches, los castigos, e incluso las humillaciones que derivan de su comportamiento, confiando sus pensamientos y sentimientos a los amigos, hay quien no se da cuenta de quién es su hijo en realidad, ni nunca lo sabrá e incluso cuando lo intuyen no lo admiten, para vivir en lo que ha creado que se supone que debería ser su hijo.

Pero esa forma de actuar ya nos está diciendo que algo no funciona como debería. Pero lejos de tomar consciencia de ello, rebatimos su opinión y sus intereses como algo erróneo y siempre pensamos que los padres como adultos que somos, tenemos el deber y el derecho de velar por sus intereses y dirigir sus vidas como a nosotros nos parece ser la correcta, no vemos esa rebeldía como un alerta de que algo no funciona y que hay que reparar para que haya un entendimiento y desde ese entendimiento ser padres como debiéramos.

Los hijos necesitan protección, no ahogamiento, necesitan comprensión, no imposición, necesitan libertad para formar su propia personalidad como seres individuales que son, amor para poder amar, besos para saber besar, sentir para poder transmitir.

Por triste que parezca, muchos hijos no aprenderán nunca a transmitir amor sin sentir vergüenza, porque nunca lo han visto como algo limpio o natural, las manifestaciones de amor entre sus padres y entre sus padres y ellos mismos siempre han sido algo inexistente, y, o, escondido, hemos transmitido a nuestros hijos a través de generaciones que el amor es algo vergonzoso y ridículo, pero no nos hemos parado a ver lo vergonzoso en los arrebatos de ira, los insultos y improperios, las faltas de respeto en definitiva la agresividad como una forma de vida.

Ya no ablando de lo que trasmitimos del sexo, algo impuro, antinatural, vergonzoso, en definitiva es tabú, cuando la realidad es totalmente lo contrario, el sexo es totalmente natural, es una prolongación del amor llevado al físico, el no hablar sobre ello no conlleva que no exista y que no lo vayan a experimentar, muchas veces con desconocimiento y ese desconocimiento llevara a una mala experiencia, con resultados muchas veces insatisfactorios, emocionales y físicos.

Les hemos inculcado la negatividad en nuestras enseñanzas a través del sentimiento de culpa, de que no se puede cometer errores, de que esto y aquello es malo, el miedo a equivocarse porque todo tiene un castigo, y les hemos creado inseguridades al no permitir que sean ellos mismos en cada decisión aunque sepamos o pensemos que pueden ser equivocadas.

No es que no se pueda dar nuestra opinión o nuestro consejo, pero no con la intención de imponer nuestros criterios a costa de lo que sea, el saber y tener experiencias en la vida nos da el derecho de imponer.

Lo que a los padres se nos olvida es que es que en su día otros nos han tratado de imponer sus normas y pensamientos teniendo como consecuencia nuestra rebeldía por entender que somos seres únicos y que ante todo necesitamos tener nuestras propias experiencias aunque sean a costa de cometer errores.

Esa demostración de amor desmedida, a costa de lo que sea incluso sacrificándonos y haciéndolo saber para que nos agradezcan y reconozcan, solo les está transmitiendo una forma de amor distorsionada donde el amor significa dolor, estamos encubriendo el verdadero significado del amor, porque el verdadero amor no duele, no demanda, no reprime, no exige y no te hace sufrir.

Lo que realmente deberíamos enseñarles para que viesen y sintiesen es como nos amamos, nos valoramos, nos damos tiempo y espacio y vivimos una vida plena, sin reproches, sin exigencias, respetando sus ideas de una manera razonada, compartiendo con ellos nuestras experiencias para que les puedan valer si lo necesitan, enseñando que lo más importante es amarse a uno mismo y estar bien con uno mismo, porque entonces estaremos bien con nosotros mismos y con lo que nos rodean.

Esa manera de actuar, siendo conscientes de nuestro ego como padres nos permitiría tener una relación basada en la confianza sin imposiciones y sin reproches.

Y aunque sea un trozo de mi misma carne, saber que, es un ser espiritual individual con un alma y una personalidad diferente a la mía.

Ser consciente que, yo como padre no soy dueño de mis hijos, así como, no soy el responsable de sus actos, los liberara y nos liberara de ese comportamiento egótico y con ello del dolor que sentimos y provocamos. Solo somos seres que a través de otros seres tenemos la oportunidad de vivir esta experiencia tan inmensamente grata, si lo miramos, claro está, desde un punto de vista espiritual e evolutivo.

Yang

Grupo Una Nueva Humanidad
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